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La semana pasada el fin de semana tuve una vuelta con Pedro y El Lobo, pensé un momento en no ir, dude en verdad, pero la conciencia puede mas y me dije: que tal si en verdad se siente mal, que tal si hoy si esta critica su salud y después queda en mi conciencia, así que fui a verla y la vi pálida y temblorosa, la lleve de emergencia y en efecto tenia baja el azúcar y después de inyectarse la insulina estaba bajando todavía mas, la retuvieron con suero y glucosa, una pequeña regañada y le comentaron que el lunes tenia que hacer cita con su médico para que le ajustaran la dosis de la insulina. 11:30am y buscando un lugar decente para desayunar, tan sencillo si pudiera ella comer unos tacos de barbacoa, de machacado con huevo o de chicharrón, imaginen en tortilla de harina y con salsa molcajeteada, pero no, tenia que ser algo dietética, sin grasa y los restaurantes en domingo abren hasta el mediodía, así que después de mucho peregrinar terminamos en un local de pollo asado muy conocido por estos lugares “El Pollo Loco”, yo me había zumbado un te negro y un sándwich de pan integral, es que si no como nada por la mañana me pongo media loca (más) y me da la temblorina, a Dios gracias yo no uso insulina. Saben en invierno le pedí que se fuera a vivir conmigo, pero no quiso, es un arma de doble filo, porque pese a todo es mi madre, pero es tan humana, tan imperfecta y tan dañina que mejor de lejecitos, lastima que el cielo no se gana con una sola acción, snif, tengo que ser mas tolerante con ella y llevárnosla bien hasta que ella lo decida, porque de repente me dará una desconocida, pero al fin así es ella, siempre ha sido así y seguirá siendo así, ese domingo me sentí hija.