Los planes de fin de semana iban viento en popa, mentalmente todo arreglado, cuando así sin previo aviso el peque que ya no esta tan peque enferma, tanto así como enfermarse a Dios gracias no fue, pero se le bajo el sistema inmunológico y se activo el virus de la varicela, pero siendo por segunda ocasión se le llama herpes o culebrilla, impresionante verle esa hilera de ámpulas, medicado y en cuarentena, dejarlo en casa encerrado y con comida no fue problema, solo yo y mi estrés de saber que estaba solo, mis hermanas apoyaron dando vuelta sábado y domingo, el feliz de estar solo en casa.
Primer imprevisto arreglado, viernes por la tarde, me avisan mi sobrino a tenido un accidente automovilístico, el auto dio varias vueltas y pese que al auto quedo en perdida total, el a Dios gracias solo con algunos pequeños golpes y al día siguiente ha salido del hospital.
En ese momento pensé, si mi sobrino esta mal ni de chiste me voy, no podría, aun cuando no soy doctora es cuando piensa uno que es necesario el apoyo a la familia.
Segundo imprevisto sorteado.
Subir al autobús y continuar mi aventura, nunca tengo las palabras precisas para expresar lo que para mi el irme en un viaje de senderismo, camping y saltos, es adrenalina, tranquilidad, es todo, es sentirme viva, es correr en la playa, es acampar y ver el amanecer, es caminar y quedar agotada, es nadar, es brincar, es sentirme tan normal, es como si con esa adrenalina y ese ejercicio mi cuerpo olvidara todo lo que le aqueja, no hubo dolor, bueno muy leve, no hubo molestias de la columna y mis pies se quejaron muy poco, casi me pude sentir normal.
Cada respiro, cada cosa que hicimos, cada lugar que visitamos, las nuevas amistades, las nuevas anécdotas, las risas de cada día, en verdad vale la pena, vale la pena esperar una fecha y ser mas feliz que los otros días.
El dia que me despida de este mundo quiero que digan: vaya que si vivió y fue feliz.
La vida es bella
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