Porque no fui una niña normal

Se que en otras partes o en otras culturas, la gente simplemente llama al técnico eléctrico y les pide hacer el arreglo que necesitan o requieren, se que en otra ciudad en algún apartamento simplemente le llama al conserje y le informa del desperfecto, pero en mi México querido la clase media fregada nos distinguimos por el “Hágalo usted mismo” es casi como un código de honor el que el hombre en el hogar tenga esas habilidades, me imagino que cuando conoces a alguien sacas tu check list y entre las habilidades que debe tener para considerarse un partido aceptable, independientemente de tener un trabajo estable y una situación económica loable, también debe contar con esas cualidades para ser un buen “amo de casa” saber cocinar, limpiar, colocar cuadros, arreglar fugas de las tuberías y arreglar contactos, como siempre las mujeres no pedimos mucho para ser felices, ja, ja., cabe mencionar que si es guapo y rico, pues ya no necesitara ninguno de estos atributos, ya que puede pagar para el mantenimiento de la pequeña mansión que como mujer sencilla uno querrá tener.

El vivir en un mundo de mujeres y convivir con el único hombre en casa, si esa figura paterna tan querida, mi padre, me hizo ser de esa forma extraña en que soy, un poco independiente y con ese sentido de autosuficiencia que puede algunas veces ser molesto, siempre he sido muy observadora, no dije víbora o fisgona conste, dije observadora, por lo tanto esa curiosidad que tengo por ver como funcionan las cosas me deja una sensación de confianza al momento de realizar una u otra tarea en el hogar, en esta ocasión me di a la tarea de cambiar los contactos eléctricos de la casa, los cuales ya estaban muy dañados y por ser de baja calidad se habían hecho añicos poco a poco, de tal forma que ya no podía utilizar la secadora o la plancha del cabello en el baño, cuando esto sucedió se imaginaran lo histérica que me puse, casi me hiperventilaba, pero me dije tu puedes, tu siempre puedes y como soy terca, me dije a mi misma “ese contacto no me gana” y ahí me tienen peleando con un mendigo tornillito que no podía quitar y al final lo he logrado.

Siempre me pregunto porque no fui una niña normal, tal vez un día me de a la tarea de hacerme la occisa y permitir que alguien se ponga a trabajar por mi, bueno algunas veces lo hago, ni modos que tenga la pericia suficiente o la fuerza necesaria para instalar el techo del patio o la puerta mosquitera, pero de las pequeñas cosas que puedo realizar, trataré de seguir haciéndolas, si no creo que me privarían de la gran satisfacción que me da el ver un trabajo terminado.

Ya estoy buscando el siguiente proyecto… oopss no he terminado de pintar las paredes, creo que todavía tengo tarea.