Todos los días en el banco hay un sinfín de personas que
entran y salen, sin embargo hay un momento en la tarde que por algunos minutos
reina la tranquilidad total, ese día tal vez porque era un jueves en que la
tarde estaba tan relajada, ver un cliente entrar no es extraño, sin embargo es
extraño que una persona entrara al banco con una gabardina larga cuando la
temperatura estaba ya alcanzando los 26°C.
Lo observe y pensé que se acercaría a la caja y realizaría
alguna solicitud sin embargo lo veía estar mirando a su alrededor como buscando
algo, en esos momentos se activa mi sentido aracnico esto no está bien, se ve
sospechoso, pensé tal vez viene con el ejecutivo de cuentas el cual en ese
momento había entrado al baño, en el interior el gerente que como siendo un
jueves casi viernes había llegado con una cruda y se había ido a dormir la mona
en el archivo, Ana voltea y me mira, creo que le cruzo el mismo pensamiento,
¡Nos van a asaltar!
Se acerca a la ventanilla de la caja y pregunta,
-
están solas?
-
Este… ejemmm.. no - conteste brevemente tratando de disimular
mi nerviosismo – en un momento viene el ejecutivo o si gusta aquí está el
gerente y le puedo llamar
-
No, no, no así está bien, oye y tienen cámaras
-
Por supuesto y le señale una de ellas – era tan
obvio cualquiera que entra al banco observa que está lleno de cámaras, más me
extrañaba y me ponía nerviosa su actitud
Le hago señas a Ana quien siendo la responsable del área toma
el botón de pánico y lo mete en el bolsillo de su saco
El hombre sigue observando a su alrededor y así sin
mencionar alguna otra palabra, zaz abre la gabardina y alcanzo a observar algo
muerto e inerte en él, con los pantalones a las rodillas.
En eso grito, grita Ana, grito yo, grita de nuevo Ana, era
como observar una caricatura nos movíamos en el pasillo de las cajas del banco
de un lugar a otro, yo le gritaba el botón el botón, y ella a su vez donde está
el botón, donde está el botón!
Por fin Ana aprieta el botón y no no el botón de pánico que traía
en el saco, si no el botón que está en el área de cajas, al ser la alarma
silenciosa seguíamos pensando que se escucharía un sonido algo que nos alertara
que ya venían en nuestra ayuda, entra la policía y sin más esposan al
degenerado quien iba feliz con una sonrisa de oreja a oreja.
Como no recordar esa anécdota, si fue la última que tuve en
mi lugar de trabajo hace ya algunos años en mi natal Puebla, después de eso me
enviaron nuevamente a cursos porque al parecer no había aprendido nada sobre
los parámetros de la seguridad.
Te sucedió a ti? eres de Puebla? Que loca anecdota!
ResponderEliminarja ja, le paso a la amiga de una amiga, no puedo ventanearla ja ja.
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