sábado, 5 de enero de 2019

Un paseo por las nubes de smog

Hubo una época que como cualquier mortal usaba el transporte público, no nací en auto, mis padres no tuvieron la posibilidad económica de tener un auto, nunca nos hizo falta, cada fin de semana salíamos de paseo, cada vacaciones de verano o en Navidad podíamos viajar, no lo necesitábamos, tenía la  dicha que podía irme al trabajo caminando, hasta que cambie de domicilio.

Ocasionalmente el auto que tenga por ley fallará, en esta ocasión después de 3 años se le ha ocurrido descomponerse, pese a sus mantenimiento preventivos después de acompañarme por más de 100 mil kms lógico que llegó el momento de rebeldía.

Si no viviera donde da vuelta el aire y mi trabajo queda ubicado cruzando la ciudad, no vería ningún inconveniente en trasladarme en bus, pero vamos estamos en Monterrey una gran ciudad con una gran deficiencia en el transporte público.

Hoy me ha tocado lidiar con el transporte público, del taller mecanico a la parada del bus que tengo que tomar para llegar a casa son varias cuadras a caminar, llego por fin y me siento en la banca a esperar mi transporte, la vida me regala 30 minutos de tranquilidad, los cuales aprovecho para observar.

Tengo ese don de observar y ver cosas pequeñas que tal vez el resto de las personas no notan, mi vista se pierde entre los negocios que hay a mi alrededor, un taller de perfiles, un negocio de telefonia, una fonda muy peculiar, una carpinteria.

Mientras observo, algo en especial llama mi atencion y me da por sonreir, como me gustaría siempre tener una cámara fotográfica conmigo, veo a un hombre mayor, saliendo de la carpintería con varias piezas de pan, se dispone a alimentar las palomas, es digno de una postal, ver humanidad es bello.

Por fin pasa mi bus, logro entrar pese a que está totalmente lleno, lo agradable es que es el último tramo de tránsito del bus, donde la mayoría de las personas llegan a su destino, así que poco a poco fue quedando vacío, me pregunto donde consiguen su licencia los chóferes, cada vez que frenaba la inercia casi me sacaba por una de las puertas, en verdad me aferre con todas mis fuerzas de los respaldos de los asientos, si, no tuve la dicha de medir más de 1.50 y poder lograr alcanzar el pasamanos del bus, mientras yo luchaba por no salir disparada pude observar como un grupo de señoras adultas mayores bajaban del bus, aun cuando todo mundo las cuidaba el chofer logró frenar decentemente, algo que se le agradecería que lo hiciera siempre.

Un paseo en bus te da todo un mundo de nuevas experiencias, lo aprecio como algo de vez en cuando, pero creo que no me agradaría vivirlo en la hora pico.

La vida es bella aún cuando llegas a tu casa toda contracturada ja ja

Imagen de mi cada vez que el chofer frenaba






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