Que no panda el cunico

Lunes por la tarde, mi salud sigue extraña, siempre digo esa palabra sin tomar conciencia de lo que puede pasar, tal vez si no me sintiera mal, tal vez si no pensara en mi futuro y no tuviera incertidumbre alguna no pasaría absolutamente nada, pero ese día lo comento con mi jefe, me siento tan mal que no funciono, no sé qué estoy haciendo ese día en la oficina, aun así casi termina mi turno y 15 minutos antes de salir comienzo a tener dificultad para respirar, pierdo el equilibrio, temo me desmaye y así sin más directo a urgencias, estando en urgencias mis manos empiezan a adormecerse, temen que sea un ataque cardiaco, electrocardiograma y poco después un calmante, así es señoras y señores, he sufrido mi primer ataque de ansiedad o ataque de pánico.

Por qué? Simplemente llegue a mi límite, llegue al límite de mis fuerzas por tratar de recuperar algo de mi normalidad, llegue al límite al vivir estresada por la situación de mi madre, llegue al límite al vivir la perdida de una gran amiga.

Me tome un día a cuenta de enfermedad, mi auto se quedó en la oficina, me traslado en taxi a dejar al peque a la escuela, me regreso y a descansar, por la mañana aun sentía esa agitación, temía por la hiperventilación y temía por volver a vivir ese ataque de ansiedad y no poder controlarlo.

Siempre dicen que la mente es la loca de la casa y ahora lo he comprobado, ese día hice tres sesiones de yoga, tenía que volver a equilibrarme, ooommm, ommm y entraba en pánico y tardaba en recomponerme, ese día me la pase en el jardín arreglando mis plantas, ese día, barrí el pórtico de mi casa y limpie mi mini jardín, ese día hice todo por tener mi mente ocupada y recuperar un poco el equilibrio, miércoles volví a ser yo otra vez.

Nos enseñan desde pequeños a manejar la frustración, a levantarnos de una caída y volver a intentarlo hasta lograrlo, pero creo que no me enseñaron cuando el dolor te desgarra como volver a hacer que tu vida logre tener sentido.